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LOS 101 DE PÍCARO

Crónica de una cabezoná II

Ya estamos de vuelta. Como decía algunos de los participantes de los Trotanoches en esta 1ª edición de los 101 km peregrinos, hemos hecho 1668 km en vehículo y 101 km andando-corriendo tan solo para asistir a la confirmación de una cabezoná eso si, apasionante, plena de ilusión, sacrificio y esfuerzo que cumplieron todos y cada uno de los caminantes que lo intentaron. Nadie abandonó.
La aproximación, el viaje, contó con la buena organización de Jesús Viciana quien tuvo la deferencia de realizar inscripciones, asegurar alojamientos, etc. Son esos detalles de infraestructuras, esos que hace la gente del club, como Santiago Martos, etc que aparentemente no parecen gran cosa pero que en cambio dan mucha facilidad y tranquilidad a la hora de poder asistir a los eventos. Muchas gracias para los logísticos, ellos también son importantes.
El viaje, decía Antonio ha sido sencillo de resumir: 10 horas y media con meada y 10 horas sin ella o sea se para ir, una parada a desayunar en la Mancha y del tirón hasta Ponferrada, pasando por la M50 a la altura de Madrid. Total, visto y no visto.
No acabábamos de llegar, a algunos incluso no nos dió tiempo ni de sacar el equipaje cuando ya Daniel, un amigo de la mili del presi, nos tenía preparado un viajecito a modo de guía para ir a visitar un templo gastronómico: Casa Lita en el Mesón la Alondra.
En ella nos recibieron con la tradicional hospitalidad y acogida de que hacen gala en el Camino de Santiago con los peregrinos. No se trata de una casa de lujo, no tendrá estrellas de esas que dicen que tienen los restaurantes famosos pero tienen nuestra recomendación para quien guste de pasarse por allí por su excelente comida, magnífica atención, estupendo servicio y una apabullante relación calidad-precio que hizo que los Trotanoches allí presentes le entregaran la insignia del club en prueba de agradecimiento. Conocimos de una tirada larga y generosa, la cocina popular del Bierzo, con recreo de sabores para todos los gustos: botillo, cocido, con cachelos, olla berciana, callos con garbanzos. Fue un lujo al que algunos no fueron capaces de resistirse pensando en lo que al día siguiente íbamos a pasar y dijeron para sí: lo que me lleve ahora eso que me encuentro" y cayeron dos botillos 2 de segundo antes de los postres, regados con vino blanco de la tierra. ¡¡Un castigo, vamos!!.

Y a fe que al día siguiente, íbamos a dar buena cuenta de ello.
Con la barriga llena, satisfechos por demás, partimos de nuevo al hotel para descargar algunos los vehículos y recoger los dorsales no sin antes hacer cola en el complejo del Toralín.
Unas buenas instalaciones en las que la organización ya fue puesta a prueba puesto que solo había dos puestos de reparto de dorsales para recoger documentación, resolver incidencias, entregar bolsas del corredor, etc.

Después de casi una hora de espera y aún habiendo ofrecido algunos comentarios a la organización para que mejorase el sistema de entrega de dorsales, documentación etc por fin, pudimos irnos de vuelta al hotel (justo en la plaza mayor de Ponferrada), deshacer el equipaje y empezar a prepararlo para el día siguiente.
Como no tuvimos bastante y había que proveer para el día siguiente nos flagelamos en un restaurante italiano justo al lado del hotel. Pasta y otras lindezas. El día D podía ser muy duro y había que pertrecharse bien.
El sábado temprano a eso de las 9,30 ya caminábamos en dirección al complejo de salida. En esta ocasión la entrega de mochilas que se recogerían en el km 60 en el Puente de Domingo Flórez se hizo con mucha más agilidad y tras permanecer reposando en los alrededores y hacernos algunas fotos con los ultrafondistas de Córdoba que estaba promocionando la capitalidad cultural europea de Córdoba, pasamos al poco tiempo al interior del recinto deportivo del Toralín, donde tendría lugar la salida.
En primer lugar las BDM (bicis de montaña), luego los duatletas en una cifra no demasiado grande y por fin salimos nosotros -unos 470 según la organización-: corredores y andarines en una salida neutralizada por las calles de Ponferrada que nos llevaría hasta las cercanía del castillo templario de Ponferrada, para iniciar desde ahí la prueba como tal.


Los primeros km para los Trotanoches discurrieron en grupo; se formó un grupo delantero y otro trasero. En el primero iban Franci Onieva, Antonio Reyes, Angel Ruiz, Ramón Pícaro y Jesús Viciana o sea Capitán Viciana que llevaban un ritmo algo más alegre.
En el segundo grupo y comandado por el presi de los Trotanoches Paco Garzón, May Gómez, Toñi Aguilera, Silvia Pardo, Antonio Martínez, Juani Leyva y Cristina.
Los comentarios fueron casi unánimes al principio admiración por el paisaje por el que iba discurriendo la prueba y de vez en cuando para relajar el ambiente y los nervios de la acometida más de un grito y algún intento de canción cortado a la desesperada por las primeras rampas que empezaron a darnos una idea un poco más cierta y cabal de lo que nos esperaba.
En el primer tramo de 17 km desde Ponferrada hasta Santalla los primeros 10 km se hicieron en una hora justa hasta pasar por el pueblo de Toral de Merayo dónde comimos el día anterior en casa Lita justo en el mesón la Alondra y pasado el cual se iniciaron las primeras rampas duras por Villalibre de la Jurisdicción km 13,3, hacia la subida de Recunco km 15,3 en dirección Soto de Priaranza hasta llegar bajando al 17,3 km en Santalla.

En este tramo ya se admiró a modo de muestra algunos de los lujos paisajísticos, arquitectónicos y naturales que nos acompañarían por casi todo el camino. Unos paisajes de verdes diferentes, de tonalidades azuladas a verdosas, salpicados de blancos de algunos arbustos floridos (majuelos), de morados por el cantueso, de viñas en espaldera sobre lomas marrones, casi rojizas, rodeados de frutales en las cercanías de las poblaciones y flanqueados entre unos y otros por bosques de castaños mas que centenarios en la mayoría de los casos a los que se unían robles alvares, encinas y almendros.
Un lujo para los sentidos, un derroche de colores y olores que al ser los primeros km se disfrutaban casi con ambición.
El ritmo deportivo era bueno, incluso algunos -ilusos ellos- estaban intentando hacer cábalas, para creer averiguar en cuanto tiempo se podría acabar la prueba.
Todavía la euforia del principio fluía como la sangre al corazón, demasiado aceleradamente. Más pronto, Capitán Viciana atemperó los ánimos y con la sencillez y el acierto que le caracteriza zanjó las elucubraciones mentales dejando caer la lapidaria frase, tan socorrida como cierta: “lo que cuenta, es cómo se termina. De golpe se terminó el brindis al sol que algunos se estaban fabricando.
En el paso por las poblaciones los aldeanos bercianos salían amables a saludar y animar aplaudiendo a los corredores con los que nos cruzábamos como antes habían hecho con las bicis de montaña (BDM) que por entonces, todavía se podían admirar.
Sigue luciendo un sol tímido aunque algunas nubes amenazadoras asoman y a las que preferimos ignorar pensando que igual así no atacarían; es decir, intentando retrasar lo más posible su llegada.
Ya vamos por el km 24 y encaramos la cuesta del Penedo hasta San Juan cerca de nuevo de Santalla 2 en el segundo avituallamiento. En este punto y por las barrancas de Santalla se empiezan a descolgar algunos miembros del grupo: Capitán Viciana nos abandona y más tarde Antonio Reyes, solo quedamos del grupo inicial Francis Onieva, Angel Ruiz y Ramón Pícaro.
Aquí casi se nos para el grupo para admirar la imponente mole sobre la que se alza el magnífico ejemplo de castillo roqueda que es la fortaleza templaria de Cornatel o castillo de Ulver del que pudimos admirar además de su emplazamiento, la reconstrucción reciente de su torre del homenaje.
Cuando pasamos por el avituallamiento de Villavieja por el km 32,8 aun nos queda una dura pendiente de mas de 3 km antes de la cual y con un poco de suerte nos indican dónde están preparando unos bocadillos de jamón york y chorizo que nos supieron a gloria tanto a Angel como a mí pues Franci en las cuestas se descolgaba y en este avituallamiento no iba con nosotros. Muy a nuestro pesar ni siquiera pudimos pararnos para comer o sea que nos lo cargamos en plena cuesta arriba, al que añadimos otro de jamón que llevábamos en la mochila a pesar de que casi me ahogo en el empeño.

Así, con gasoil recién puesto, pudimos acceder hasta el avituallamiento de la Chana en el km 38,3 y admirar y fotografiar el magnífico paisaje de las Médulas en el alto del mirador de Orellán en el que le ofrecí a Franci el único bocadillo de jamón que me quedaba puesto que en el avituallamiento anterior no pilló el bocata que nosotros agarramos al vuelo. Llegamos al collado La Franca en cuyo avituallamiento del km 45,3 pudimos pillar tanto agua como unas suculentas manzanas.
A partir de ahí ya fue una dura y constante bajada que se hizo casi a ritmo, buscando sin dudarlo el avituallamiento de Yeres que estaba dispuesto aproximadamente en el km 51,5.
Por el km. 62 ya en el pabellón de transición de la localidad de Puente de Domingo Flórez donde el río Sil deja las tierras leonesas y se adentra en tierras gallegas pero sin dejar la comarca natural del Bierzo llegamos Franci, Angel y Ramón, calados, embarrados y casi malheridos muscularmente.
Allí vimos por primera vez atenciones de todo tipo: equipos médicos, fisios, duchas, servicios, avituallamiento escaso (solo medio pan de molde con jamón york por cabeza) y a todas luces insuficientes para quienes llevaban corriendo desde las 11 de la mañana y habían pagado 40 euros de inscripción.
A pesar que Ramón no tenía que recoger mochila puesto que llevaba desde el principio todo lo que podía necesitar a su juicio, esperó a Franci y Angel para que se cambiaran, comieran e intentaran reponer fuerzas.
Procuro echarle una mano a Franci pues no puede ni desatar sus zapatillas de la cantidad de barro que acumulan para cambiarse de calcetines y mientras, pensamos que hay que seguir.
Continuamos Franci y Ramón, Ángel mientras tanto, trataba de estirar para menguar la sobrecarga brutal de sus gemelos e intentar vencer al Tío del Mazo y me pidió que siguiéramos nosotros mientras hablaba por teléfono. Le echó un par de narices porque mas tarde prosiguió solo durante la noche, con el frío y la lluvia que no cesó, por acompañantes.
Por detrás el teniente Reyes llegó bastante más que condolido y con muchas dudas, pero ahí estaba el Capitán Viciana para animarle, sostenerlo y marcarle su final; todo un apoyo mutuo de esos que se agradecen pues sin duda el podría haber hecho mejor tiempo pero prefirió quedarse con Reyes como yo mismo tuve que hacer con Franci dado el "magnífico ejemplar de frontal que se había agenciado para hacer la noche".
Los siguientes km desde el 62 en Domingo Flórez hasta el avituallamiento en Salas de la Rivera km 67 y la parte de abajo de las Medulas que ya no vimos por la niebla se hicieron bastante duros. En las pendientes perdía a Franci y me acompañó un jienense afincado en Alicante con el que compartí bastantes tramos del camino especialmente en las cuestas arriba.
Pasamos el avituallamiento de Carucedo y en el km 80 aproximadamente nos volvió a coger Franci en medio de una cuesta en la que el barro hacía estragos ya, en las piernas y músculos de unos corredores locos por terminar.
Hacia el km 86 justo en el avituallamiento de Santalla 3 pudimos disfrutar sentados en un banco, de un vaso de consomé y caldo que nos supo a gloria y que aunque nos enfrió muscularmente si tuvo la fortuna de animarnos anímicamente para lo que nos quedaba cuando las fuerzas ya eran bastante justas.
De nuevo otra vez al camino, noche cerrada en la que intentamos ir alumbrándonos con mi frontal pues el de Franci ya no da para más, tiene menos energía que nosotros y así van cayendo los km entre andando y trotando pues las cuestas en el recorrido inverso del último tramo o sea los últimos 17 km se portaron como se trataba, de un rompepiernas que hizo una escabechina tanto en los materiales como en los ánimos de los participantes.
Accedimos a Toral de Merayo de vuelta, ya casi con el piñón fijo en el km 93,1 y padecimos una discusión con la organización porque unos nos pedían que fuésemos por la carretera puesto que la cuesta de Villalibre de la Jurisdicción estaba casi impracticable mientras que la policía local que llegó en ese momento dijo que a pesar del barro era más seguro no caminar por la carretera cuando en realidad ya lo habíamos hecho hasta llegar a Toral de Merayo por la misma carretera.
En fin, que nos volvimos a meter en el camino de barro que nos llevó a falta de 4 km a distinguir el castillo de Ponferrada, con lo que los ánimos se templaron más y casi dijimos, ambos Francis y Ramón, en nuestro fuero interno que ya, si éramos capaces de terminarla.

La aventura de atravesar Ponferrada nos salió bien, aunque no fue fácil pues no nos encontramos ningún cartel que nos dijera por donde ir una vez que un policía local nos dio las indicaciones para salir a un paraje paralelo al río. Alguien a voces, nos lo indicó y ya continuamos desde ahí siguiendo los cartelitos (algunos estaban en el suelo por la lluvia) hasta la meta.
Entramos en la misma sobre las una y media de la madrugada, eufóricos por haber conseguido terminar y nos fuimos directos a recoger nuestro diploma de finalista pues nos encontramos con la sorpresa de que habíamos entrado entre los 100 primeros de la general (puestos 91 para Franci y 90 para Ramón, igual da) y además nos entregaban una medalla y hasta nos dijeron que habíamos hecho el nº 55 y 56 creo recordar de nuestra categoría de mayores de 35 años. Vamos que estábamos hechos unos chavales.
Recogimos nuestra camiseta y con más frío que un tonto ya nos estaban esperando y animándonos Dani, Sofía, Mai, Paco Garzón, y Cristina que se quedaron en el complejo mientras Daniel nuestro compañero trotanoches berciano tenía la enorme gentileza de llevarnos hasta el hotel, pues ahora si que resultaba difícil dar un paso más.
Tendrías que haber visto la cara que se le puso a la recepcionista del hotel cuando nos vio aparecer de la guisa que llegamos: “unas zapatillas impecables, la ropa pulcra, debidamente peinados y enjaezados como el que se va de fiesta”. En que nos vimos de poder meternos en la bañera.
Estos son los resultados para el que no haya podido localizar los mismos que los podéis consultar en la página de dorsalchips.es:
Paco Garzón, Mai Gómez, y Toñi Aguilera hicieron 50 km de los 101 que se componía la prueba, es decir cumplieron con el objetivo que traían marcado desde Guadix.
Silvia Pardo terminó 5ª de su categoría de menos de 35 años mujeres y se colocó 25ª en la general de mujeres.
Antonio Martínez su marido terminó 29 de su categoría y en el puesto 226 de la general.
Y ya en la categoría de mayores de 35 años en la que nos englobábamos el resto, los resultados fueron estos: Ramón Pícaro 55 de su categoría y 90 en la general, Franci Onieva 56 y 91 en la general, Angel Ruiz 98 y 150 en la general, Antonio Reyes 140 y 209 en la general, Jesús Viciana 141 y 210 en la general, Juani Leyva 165 y 247 en la general.
Comentar que según la organización salieron unos 1500 participantes de los cuales 470 eran marchadores-corredores y llegaron 289, en duathlon solo llegaron 87 y en bici de montaña lo hicieron 529 lo que puede dar una idea de la extrema dureza tanto del recorrido como de las condiciones en las que se desarrolló la prueba. No hay mas comentarios, el año que viene ya veremos.

   Ramón Pícaro

1 comentario:

Jesús Viciana dijo...

Vaya pedazo de crónica!!! Es como volver a vivir esta Gran Aventura que nos ha tocado en esta ocasión.
Si vuelve a haber alguna otra, espero encontrarme de nuevo contigo en la línea de salida.
Y a ver si Toñi se anima con una cróniquilla tambien.