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LOS 101 KM DE NUESTRO COMPAÑERO "JUANI"



Poco más me queda a mí que añadir, habiendo leído ya las magnificas crónicas cientouneras de toda la expedición de trotanoches y otros tantos paisanos. He disfrutado mucho de vuestras experiencias y como cualquier otro cientounero sé en carne propia lo que se vive interiormente, el cambio que a nivel mental se produce a lo largo de la marcha, de los estados de ánimo, de las emociones y sensaciones que se viven cuando un día decides salir a estar en contacto con la naturaleza 101 km, como el que no quiere la cosa.

Quiero felicitar a todos los que han ido y han participado de esta pedazo de prueba, todos los que un día decidimos ir allí y estar presentes en el pistoletazo de salida,  nos podemos sentir ya ganadores de algo, cientouneros, hagamos 40, 50, o 101, seguro que todos vamos a sacar algún provecho  de ese encuentro con los demás, con la madre tierra.

Para mí este año han sido 60 km, doce horas de marcha, pero muchas más horas de vivencias durante todo el finde, que permanecerán ya para siempre en la memoria de este complejo pero maravilloso disco duro que es nuestro coco, por el que todo pasa y al que todo va.

De los demás pormenores de la carrera todos sabéis tanto o más que yo; ampollas, dolores musculares, calambres, pájaras, mareos, náuseas y qué sé yo cuantas cocas más. También cosas positivas; motivación, euforia, compañerismo, convivencia, solidaridad, alegría, valor, espíritu de superación y qué sé yo cuantos valores más.

De los sitios por los que pasamos, que si la cuesta de Arriate, la bajada a Alcalá, que si llegar a Setenil se hace eterno, que si podré hacerlo, lo puedo hacer, ya no puedo más, hasta aquí hemos llegado. Y eso es lo que hice yo en Setenil, me entraron unas nauseas y unos vértigos, que me quitaron totalmente las ganas de seguir dando un paso más.


Esas sensaciones acompañadas de que teníamos la casa rural de Sebastian a la mano, hicieron que no me lo pensara mucho  ¡Jose, nos quedamos! ¿no?, sí, nos quedamos.
Estábamos más que contentos, yo que ni había entrenado, esta cansado pero no tirado; la única espinita que se me quedó fue no poder llevar hacia Ronda a Jose, pero ya tengo una excusa para embarcarlo el año que viene a una nueva aventura y llegar hasta el final.

Disfrute mucho, compartí como ningún otro año con los marchadores, con los legionarios, hice más fotos que nunca, conocí a gente nueva y me reencontré con gente de otros años.

Después de la carrera no se acabó el disfrute porque nos esperaban en la casita rural Toñi, Toni y Salva, el más sibarita de la expedición, el hizo su particular ruta por Setenil del queso y el vino. Prepararon una cena inolvidable, a base de un caldito con huevo y fideos, unas gambitas al pin pin, jamoncito, queso, tomatito rajao, unas cervecitas, los 101 continuaron aquí porque no dejamos de hablar de la experiencia de cada uno.

Al poco rato llegó el todoterreno Ramón Pícaro ya de vuelta de Ronda, dejándonos de nuevo a todos alucinados. Yo por mi parte pasé a retirarme a descansar merecidamente de un mágico día.

Seguiré animando a gente a que vivan esta experiencia de pura vida y a que vengan a la mejor marcha del mundo.

Un fuerte abrazo CIENTOUNEROS.

1 comentario:

Jesús Viciana dijo...

Ese es mi Juani.
Ser cientounero es mucho más que llegar a una línea de meta y tú lo entendiste perfectamente hace ya bastante tiempo en tu primera participación.
El año que viene a prepararlo mejor y a llevar a Jose hasta meta.