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NUESTRA NUEVA TROTANOCHES CORDOBESA "CARMEN" Y SU PRIMER MARATÓN EN SEVILLA

EL CORREDOR “VIRTUAL”
No se trata del último best seller, si no de la sensación que experimenté al mirar la clasificación de la XXVIII MARATÓN de Sevilla. Consciente de que mi nombre no aparecería por ningún sitio, ignoraba que este “insignificante” detalle pudiera hacer dudar a alguien a cerca de mi participación en la carrera. Creía que bastaría con percibir mi ilusión al contar mi inolvidable experiencia.

Todo comenzó veinte horas antes de la maratón, si bien es cierto que mi admiración por este deporte y quienes lo practican venía de largo, tristemente mi único entrenamiento se basaba en carreras de una hora por cualquier lugar, pero me sobró motivación para participar. Fue gracias a Pablo y a su magnífico “despliegue logístico”, que esta ilusión se hizo realidad.

Sin saber a lo que me enfrentaba ya estaba inmersa en esta aventura, al principio desconocía lo que necesitaba pero poco a poco, como cuando un niño empieza a andar, se fue construyendo mi vertiginosa preparación hacia la maratón.
Caía la tarde en Sevilla y comenzaba a notar cierta sensación gástrica entre nervios y sorpresa, me asaltaban muchas preguntas ¿Seré capaz de terminar la maratón? ¿Cómo responderá mi cuerpo ante tal esfuerzo?. Lo único que me tranquilizaba era la compañía del que se ha ganado a pulso la recompensa de mi esfuerzo y el título de mi “Entrenador personal”.

Comprando el desayuno para el día siguiente me sentí algo perdida, pues consciente de la importancia de una buena alimentación para este tipo de pruebas no sabía qué debía elegir. Si fruta, pan, pavo, algo dulce… Al final nuestro desayuno se componía de; un zumo con un sandwich de pavo y queso, un actimel y un plátano.

Tras una noche de duermevela a caballo entre el sueño profundo y las pesadillas ante lo desconocido, me vi aplastada a la salida, perdida por una ciudad desconocida, desfalleciendo al llegar a meta, incluso sin poder avanzar…Llegó el gran día.

Desayunamos entre risas, pues no se nos olvidaba que era una locura y que yo sería Pepe Espejo. Yo ya había decidido de forma unilateral que si me veía muy floja no la acabaría, a pesar de que una parte de mi me impulsaba a hacerla y también sentía que defraudaría a quienes me estaban animando durante estas 20 eternas horas.

Parados en el atasco antes de entrar al estadio la emoción invadía mi cuerpo, preparé en una bolsa lo poco que necesitaba para cambiarme al final de la prueba y nos bajamos del coche para ir andando y recoger mi dorsal.

Pablo ya llevaba el suyo puesto, yo pensaba ¿Qué número llevaré yo? ¿Y si alguien me impide correr? Pero ante alguna de estas dudas siempre recibía una sonrisa segura que me hacía sentir mucho mejor.

El estadio me pareció enorme, y los corredores parecían flujo sanguíneo desplazándose con una seguridad pasmosa por un entorno totalmente desconocido para mi. En ese momento comencé a observar los comportamientos de los corredores, ¿Estarían muy nerviosos?

Habíamos quedado con “mi dorsal” en la sala de calentamiento. Ahí, ya era Pepe... Fue sencillo meterme en la piel de un corredor, con el dorsal puesto y la vaselina pringando mis axilas y mis pezones. Salimos a calentar con Amador, yo percibía que los demás estaban muy tranquilos y eso me tranquilizaba, no tanto algunas de sus preguntas ¿Has entrenado mucho? ¿Es tu primera carrera? Pero con un Suerte o Fuerza me devolvían mi seguridad.
Estábamos frente a la salida, el frío se fue de golpe, la gente se apegotonaba, parecía que todos fueran a acabar la carrera en segundos. -Sígueme! Escuché- y a los 5 segundos sonó un disparo, corríamos todos como la mala nueva, me empujaban ya sudorosos y sentí que perdía mi guía, no lo iba a consentir, aún no estaba cansada, lo siguiente que escuché fueron las voces de los corredores al salir del estado gritando al unísono eh, eh, eh! Creo que todos necesitábamos esa función catártica para liberar la energía que tanto echaríamos de menos en el kilómetro 35.

El ambiente, inmejorable, la gente iba hablando, sonriendo, y yo iba encantada, los kilómetros pasaban rápido y más aún gracias a los ánimos de la gente que veía la carrera, especialmente a los de Rafa (mi otro yo) y Eva que me impulsaron durante las primeras horas. Seguía a pie juntillas los consejos de mi compañero. Ya hemos pasado el 13 vamos bien, continúa…no me faltó en ningún momento el apoyo para seguir adelante.

Llegó el 21 y “Pepe” lo acabó bastante bien, creo que en 1:45. No está mal para ser la primera media maratón. Ya habíamos conseguido el primer objetivo.

Bajamos el ritmo y en el 25 me di cuenta que hasta el 30 podría mantenerme. La visión de la giralda acompañó un rato la carrera y me hizo olvidarme de mi cansancio.

Cada cierto tiempo sentía la atenta mirada de mi compañero y me reconfortaba. Hasta el 35 se hizo eterno y las sensaciones se mezclaban dentro de mi, hambre, cansancio, sed, calor, escozor en la piel, calambres en las manos, ganas de ir al baño de forma inminente, ansiedad por acabar…

Respiraba y focalizaba en mi mente otros pensamientos para que el tiempo pasara, sentía que no avanzaba que me movía en el mismo sitio… Mi familia, Rafa, mis amigas, mis alumnos…mi cuerpoooo y otra vez a empezar. Me autoconvencía de que podría hacerlo.

Llegó el 40km, la gente aplaudía, nunca me habían dado tantos ánimos, no pararía por nada.

La llegada al estadio me recompensó con creces cualquier duda previa a acabar. Nos cogimos de la mano y arrancamos a correr, sentía como fluía la energía, pero mis piernas no daban más de sí y…nosotros también vencimos, sin guerras ni batallas... Vencí yo, por acabar mi aventura, venció él por permitir y ayudar a que la acabara, venció Sevilla por la maravillosa organización y venció la gente que con sus ánimos nos impulsaron. También venció mi madre, emocionándome al pensar en su actitud cuando se lo contara, venció mi padre con el que me hubiera encantado entrar a la meta, venció Rafa porque su recuerdo era un bálsamo y también conmigo vencieron mis miedos.
Nunca olvidaré aquella mano que tiraba de mi para llegar a meta,”en la carrera codo a codo somos mucho más que dos” Muchas gracias a Pablo, por se excepcional. A su grupo de amigos por ayudarle a encontrar un dorsal y a Pepe por cedérmelo.

Espero correr una próxima, pero esta vez quiero correrla con mi nombre en el dorsal y dedicársela a los que lo han hecho posible esta primera vez.

Mi primera maratón, aunque no exista para casi nadie, para mi ha sido un verdadero éxito. Gracias.





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